Historia de la crianza
La crianza de los vinos surge de la necesidad de transportarlos desde la zona de producción a la zona de consumo. En el III milenio a.de C. se ha datado el primer testimonio de esta práctica. En aquella época, el vino se transportaba en pequeñas vasijas desde Mesopotamia, origen de las viñas, hasta Siria y Armenia. En este mismo sentido encontramos los vestigios arqueológicos de Las Pillillas de Los Duques en Requena, que datan de 2.700 años a. de C. y adosada a la bodega se encuentra una fábrica de vasijas de barro. Debido a la fragilidad de estos recipientes se sustituyeron por pellejos u odres fabricados con cuero y revestidos de resinas pero tenían el inconveniente de transmitir al vino sabores y olores extraños y no agradables.
La introducción de la madera para transportar el vino data del año 51 a. de C. en la época romana, donde los vinos producidos en Grecia, Galia e Hispania se transportaban por mar y se almacenaban en depósitos de madera, material abundante y fácil de trabajar.
Al principio era en cualquier tipo de madera que estuviera disponible y aunque no se sabe bien en qué momento, el roble se terminó imponiendo por la abundancia y resistencia frente al resto de maderas.
Al generalizarse el uso de la barrica de roble en el vino, se vio que aportaba características al vino que lo hacían más agradable en el consumo, era más fácil de clarificar y se conservaba más tiempo.
Proceso de crianza en barrica
La crianza en los vinos se entiende por el proceso de envejecimiento en el que se produce una evolución en su composición y características organolépticas. Generalmente suele ser mixta, una primera en barrica de roble de 225 o 300 litros y una segunda en botella. En la primera, en el vino, se produce una clarificación espontánea por la precipitación de sales y polifenoles, una difusión lenta y suave de oxígeno y la cesión de compuestos por parte de la madera.
Estos compuestos aromáticos que pasan de la madera de roble al vino, son los que aportan aromas a almendras tostadas, caramelo, vainilla, nuez de coco, etc.
Por otra parte la composición aromática de los vinos también va cambiando. Los vinos blancos jóvenes son muy ricos en aromas afrutados y florales que van disminuyendo con el tiempo.
En la crianza en barrica vemos que, por una parte, nos resta aromas primarios y secundarios, que dan los caracteres florales y frutales, pero por otra nos aporta notas de tostado, madera, coco, especias, almendra, caramelo, vainilla, etc. Esto puede hacer que el vino gane en complejidad e intensidad, siempre que se conserven parte de todos los tipos de aromas y para ello hay que adaptar la duración de la crianza a la personalidad y características de cada vino, con el fin de que la madera no enmascare.
Las barricas también aportan al vino una mejora en su estructura en boca por el aporte de compuestos propios del roble y de las modificaciones polifenólicas que tienen lugar, mejorando su estructura y adquiriendo mayor suavidad y equilibrio.
La selección de los vinos blancos para crianza
Todo lo hasta ahora dicho hace que el vino cambie en su composición y características organolépticas, produciéndose un afinamiento, indispensable para su posterior crianza en botella y hace que todos los vinos no sean aptos para una crianza y que la crianza no deba ser igual para todos los vinos.
Hay que tener, por tanto, un control sobre la crianza y el análisis sensorial es el mejor método a seguir para ello.
El trabajo del enólogo será, por tanto, la elaboración de un vino apto para la crianza, es decir, con el grado, acidez y estructura necesaria para que el proceso de crianza sea beneficioso. También es necesaria una elección conveniente del tipo de madera y tostado de las barricas y una vez el vino está en las barricas se debe hacer un control eficaz sobre el proceso, para conseguir que el vino gane en complejidad, equilibrio y suavidad.
Si habéis leido hasta el final este muy “teórico” escrito, no nos queda más que deciros que lo mejor de todo, como siempre en el vino, es comprobarlo, es decir, probarlo. Hoy os hacemos una recomendación en esta línea que seguro os gustará:
Nuestro Tharsys City Blanco madurado en barrica. Un vino macabeo 100% en el que seguro apreciaréis el resultado de una crianza bien llevada.
Esperamos que lo disfrutéis #winelovers